dijous, 16 de juny del 2011


Latidos como disparos que atravesaron mi piel de roca. El descontrol en las manos de un loco, tu mirada en mí y nuestro desconcierto: el crimen perfecto. Tú, yo y la locura bajo el brillo de la oscuridad, jodiendo películas con nuestros besos. Sin saber que hacer, aprovechando al límite el calor del pecado que cometíamos. Como si yo no fuera de carne y hueso, solo un alma resucitada a base de amor y poca calma. Tus sombras siguiéndome por los brazos, las mías temblando entre los abrazos que nos envolvían. ¿Para que romper la voz pudiendo romper el mundo? A duras penas podía pensar, solo olía el alcohol que te robaba la conciencia y te enviaba al mundo irracional. No digo más, el resto podéis imaginarlo.

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